La delicadeza de la Sinfonía 40, el carácter de la Quinta y la perfección de la novena, el romanticismo de la 14, la alegría de la primavera de Vivaldi, tan traviesa y juguetona como una melodía de Tchaikovsky, peligrosa como las Valkirias y con la belleza de Canon, una mujer que me incite a querer bailar con ella todas las noches una gloriosa Marcha Nupcial.
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